Nací en la Ciudad de México y estudié la licenciatura de Letras Hispánicas. Desde entonces, mis temas han sido la gramática, la sintaxis y la historia del español, así como la didáctica de la lengua. 

Al salir de la universidad, me dediqué varios años a dar clases de español para extranjeros y después, por azares del destino, llegué a la industria editorial. Ahí me convertí en traductora, correctora de estilo, redactora y editora. 

Tanto las clases como el quehacer editorial han sido una constante en mi vida porque el trabajo con la lengua, hablada o escrita, es lo mío. Me emocionan las estructuras gramaticales, los nuevos elementos expresivos -como los emojis-, la mejor manera de contar historias, en fin, la comunicación posible gracias a las palabras.

Cuando yo era estudiante, varios maestros decían que lo que realmente se evaluaba en los trabajos universitarios era la capacidad de escribir. En ese entonces me parecía que se referían únicamente a los estudiantes de letras, pero después he hablado con profesores de otros campos del conocimiento y todos coinciden en esa idea. Y es que escribir no es poner una palabra detrás de otra, sino ordenar un mundo entero y traducirlo para que otro ser humano se entere de qué sabemos y cómo pensamos.

En aquel tiempo, yo tenía la horrible certeza de que nunca iba a conseguir un empleo que me hiciera sentir orgullosa y que, luego de una larga vida de trabajos no relacionados con mis estudios, me iba a morir sola y en la calle. Suena exagerado, pero era un temor muy real para mí; no tenía idea de que mis intereses y gustos sirvieran para algo.

Por eso me sorprendí muy gratamente cuando conseguí mi primer empleo, gracias a un texto que escribí, donde exponía y justificaba mi acercamiento didáctico, en caso de ser contratada.

Después, por casualidad y suerte -como suceden tantas cosas importantes en la vida- se me presentó la oportunidad de competir por un puesto en una editorial de las llamadas grandes ligas, es decir, una trasnacional muy prestigiosa. La prueba, una vez más, tenía que ver con la redacción de un texto, y me eligieron de entre varios candidatos. Esos puestos son contados en México y, por lo tanto, muy muy codiciados, así que fue un momento determinante en mi vida, en el que vi con absoluta claridad que, si quería seguir avanzando, debía seguir perfeccionando mi escritura.

Hasta hoy no he dejado de trabajar con textos y en todos los años que llevo de vida profesional (ya más de dos décadas) he constatado cómo el poder escribir es crucial, no nada más en el ámbito de mi carrera, sino para cualquier persona. 

Decidí fundar www.scriptoriumescribirmejor.com con esto en mente. Nuestra razón de ser es ayudarte a construir, practicar o perfeccionar las habilidades de escritura, para facilitar el camino hacia tus metas personales y profesionales.

En un mundo donde hay tanta competencia, escribir bien es una habilidad que puede significar la diferencia entre conseguir un empleo o no, entre convencer un cliente o perderlo, entre lograr un ascenso o estancarse. 

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